ES UNA NOTA EN LA QUE SE DEMUESTRA LA REALIDAD DE UNA EMPRESA ESTE ARTICULO ME LO MANDO UN AMIGO Y ES MI MANERA DE PENSAR FELICITO AL AUTOR DEL MISMO.-
Pluna, ¡déjenla morir! Por Guillermo Sicardi (*) “Para poder morir bien, hay que haber vivido bien”. No es el caso de Pluna. Nunca vivió bien, siempre estuvo endeudada, perdió fortunas y jamás brindó un servicio extraordinario. Entonces, ¿para qué existe Pluna? Algunos dicen que es para “tener más soberanía”, pero no es así. En 1985 tuve la oportunidad de viajar a Moscú por Aeroflot (otro cadáver socialista) e hicimos escala en Dakar. Allí me crucé con un destartalado avión de Air Lesotho y me dije: “Caramba, ¡qué país soberano y de primera debe ser Lesotho que tiene una compañía aérea 100% propiedad del pueblo! En cambio Estados Unidos no debe ser tan soberano porque no es dueño de ninguna empresa de aeronavegación”. Parece que estaba equivocado. El otro gran argumento por el cual no dejan morir a Pluna es “mantener las fuentes de trabajo”. Es sin dudas impactante que de la noche a la mañana cientos de personas pierdan su empleo, como es de impactante ver morir a 300 individuos en un accidente aéreo. Ambas noticias son primera plana en los diarios. Sin embargo, nadie se percata que todos los días fallecen muchas más personas, pero lo hacen uno a uno, no en patota. Mueren al cruzar la calle, al chocar con la moto, sufrieron un infarto o se resbalaron en la bañera. Ninguna de estas noticias merece una primera plana.
Lo mismo sucede en las empresas: hoy, en Uruguay, seguramente más de 600 personas perdieron su empleo: varios mozos fueron despedidos, un cliente del contador González le dijo que no necesitaba más de sus servicios y dos vendedoras quedaron sin trabajo porque Don Carlos se jubiló y cerró la panadería. Nadie se preocupa por estos individuos. Pero todos se muestran muy acongojados y muy “solidarios” por el fututo laboral de los “pobres” ex empleados de Pluna. ¡Si hasta nos parece estúpidamente razonable que el Estado nos meta la mano en el bolsillo y nos cobre impuestos para pagarles suculentas indemnizaciones o seguros de desempleo interminables! Pero a los ex empleados de Don Carlos, ¡ni la hora! Debemos entender que las empresas son organismos vivos: nacen, crecen y mueren. Así como miles de personas mueren cada día, también otros miles nacen.
Así como cientos de empleos se pierden, otros cientos se crean. Es un ciclo natural que todos deberíamos conocer, pero muy pocos entienden qué es una empresa, cómo se desarrolla y menos aún: para qué existe. Peter Drücker nos da una respuesta: “la empresa existe para realizar aportes fuera de sí misma, para atender y satisfacer a quienes no son sus miembros. El hospital no existe para bien de los médicos y las enfermeras, sino de los pacientes. La escuela no existe para provecho de los docentes, sino de los alumnos. La administración que olvida este hecho administra mal”. ¡Y vaya que Pluna ha sido administrada mal! La necesidad de trasladarnos en avión desde y hacia Uruguay la pueden cubrir varias empresas privadas dispuestas a correr con los riesgos de tal actividad y a obtener un justo beneficio si lo hacen bien. Una política de “cielos abiertos” permitiría que empresas como LAN, TAM, COPA o TACA puedan ofrecer sus servicios bajo un régimen de sana competencia, sin que el Estado nos obligue a viajar en los aviones de los amigotes del poder, recibidos bajo extraños tratos, cerrados entre gallos y medias noches .
Calma, uruguayos; ya vendrán otros empresarios a cubrir las rutas abandonadas por Pluna, como otros empresarios ya supieron cubrir las abandonadas por la vieja ONDA, sin dejar un solo pasajero a pie. Dejemos a Pluna morir. Sus trabajadores deberán buscarse —por sus propios medios— una nueva forma de ganarse la vida, como lo hacen los comunes mortales. Y los acreedores privados se lamentarán —una vez más— cuando vean perdidos sus créditos, por haber creído en los desafinados cantos de sirena entonados por los gobernantes de turno, prometiendo que este engendro sería viable.
Que la muerte de Pluna no sea en vano. Si vamos a perder más de 300 millones de dólares, al menos aprendamos algunas lecciones básicas: a) que el Estado no debe meterse a gestionar empresas cuando hay particulares que lo hacen mejor y/o a su propio riesgo; b) que los políticos suelen ser “egoístas” con su propia plata y “generosos” con plata ajena; c) que la libertad de comercio es mucho más sana que cualquier forma de intervencionismo estatal; d) que es tan dañino dejar la administración de una sociedad en manos de una sarta de corruptos, como dejarla a cargo de una manga de ineptos.
1 comentario
gerardo -
Por otra parte pienso que a veces habría que privatizar hasta el gobierno .